jueves, 19 de febrero de 2015

LORCA

ZAPATERA.
(...) ¿Quién es? (Enfurecida.)
NIÑO. (Temerosamente.)
Gente de paz.
ZAPATERA. (Abriendo.)
¿Eres tú? (Melosa y conmovida.)
NIÑO.
Sí, señora Zapaterita. ¿Estaba usted llorando?
ZAPATERA.
No, es que un mosco de esos que hacen piiiiii, me ha picado en este ojo.
NIÑO.
¿Quiere usted que le sople?
ZAPATERA.
No, hijo mío, ya se me ha pasado... (Le acaricia.) ¿Y qué es lo que quieres?
NIÑO.
Vengo con estos zapatos de charol, costaron cinco duros, para que los arregle su marido. Son de mi hermana la grande, la que tiene el cutis fino y se pone dos lazos, que tiene dos, un día uno y otro día otro, en la cintura.
(...)
                                                                    LA ZAPATERA PRODIGIOSA (ACTO I)
                                                                         Federico García Lorca
                                                                   Obras Completas. AGUILAR. Madrid, 1957                                              
Hace unos días, en clase, les decía a mis alumnos que cuando yo era pequeño, mi padre nos leía después de cenar. Sentados a la mesa, nos quedábamos absortos cuando mi padre abría un libro y comenzaba a leer. Mi madre, mi abuela, mi hermano (mi hermana aún no había nacido) y yo respirábamos bajito, para que sólo se le oyera a él. Así se me vino a la memoria "La zapatera prodigiosa" de F. G. Lorca y se lo hice saber a mis alumnos . Al día siguiente, una alumna que lo comentó en casa, trajo unos carteles magníficos que ya están expuestos en nuestra Biblioteca. Mi padre era un lector empedernido, gran admirador de A. Machado y gran transmisor, con el ejemplo, del valor de la lectura. Espero serlo yo también con mis alumnos.




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