- Volviendo, pues a nuestro propósito -dijo Monipodio- querría saber, hijos, lo que sabéis, para daros el oficio y ejercicio conforme a vuestra inclinación y habilidad.
- Yo -respondió Rinconete- sé un poquito de floreo de Vilhán: entiéndeseme el retén; tengo buena vista para el humillo: juego bien de la sola, de las cuatro y de las ocho; no se me va por pies el raspadillo, verrugueta y el colmillo; éntrome por la boca de lobo como por mi casa, y atreveríame a hacer un tercio de chanza mejor que un tercio de Nápoles, y a dar un astillazo al más pintado mejor que dos reales prestados.
(...)
- Y vos, Cortadillo, ¿qué sabéis? -preguntó Monipodio.
- Yo -respondió Cortadillo- sé la treta que dicen mete dos y sacan cinco, y sé dar tiento a una faldriquera con mucha puntualidad y destreza."
Rinconete y Cortadillo
Miguel de Cervantes Saavedra
Novelas ejemplares
Círculo de Lectores, 1965
Después de esta charla, Rinconete y Cortadillo cruzaron mil veces el puente de barcas para salir de Triana y "acometer cualquier empresa de las que tocasen a su arte y ejercicio".
Un día, cansados, caminando por el Arenal, tuvieron una visión: el puente de barcas aparecía así ante sus ojos...
óleo sobre lienzo de José de la Orden |
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