"Mi abuelo Marulino creía en los astros. (...) Una noche vino a mí, me sacudió para despertarme y me anunció el imperio del mundo (...). Luego, presa de desconfianza, fue a sacar una tea del pequeño fuego de sarmientos que mantenía para calentarnos en las horas de frío, la acercó a mi mano y leyó en mi espesa palma de niño de once años no sé qué confirmación de las líneas inscritas en el cielo.(...)
Mi padre, Elio Afer Adriano, era un hombre abrumado de virtudes. (...) Entre nosotros, en el municipio español de Itálica, se agotaba dirimiendo conflictos locales.(...)
La ficción oficial quiere que un emperador romano nazca en Roma, pero nací en Itálica; más tarde habría de superponer muchas otras regiones del mundo a aquel pequeño país pedregoso."
Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar.Traducción de Julio Cortázar. Ed. Edhasa. Barcelona, 2004.
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